Algo se mueve, y seriamente, cuando
Manuel Jiménez de Parga, que advirtió que iba a soltar la lengua sin pudor en cuanto dejase su cargo público, titula un artículo
Monarquía parlamentaria o República Federal. Defiende, básicamente, la necesidad histórica de la Monarquía para servir de unión del país, argumento que no justifica y que yo no entiendo, y advierte de algo que ya sabemos: que el federalismo no es posible con la actual constitución. “La carencia de conciencia nacional es contrarrestada por la labor del Rey, que proporciona cohesión a las diversas nacionalidades y regiones españolas. A veces reflexiono sobre dónde y cómo nos encontraríamos si no fuese un Rey, sino el presidente de una República, el que ostentase la Jefatura del Estado. ¿Aceptarían todos los actuales líderes de las Comunidades Autónomas la preeminencia de ese Jefe de Estado? ¿Conseguiría la adhesión y el respeto necesarios para llevar a cabo su misión?”