Torcuato S. Di Tella: “Los autoritarismos, tanto los del despotismo supuestamente ilustrado como los del comunismo o el fascismo, en general han sido muy cuidadosos acerca de las formas de Cultura que debían promoverse, y en general han tratado de reformar radicalmente los hábitos de la vida diaria y, por supuesto, del área de la política. El liberalismo, por reacción, ha tendido a dejar tanto la Cultura artística como la cultura de la vida diaria a la decisión de cada ciudadano, reduciendo la participación del Estado en estos menesteres. Esto, como primer paso hacia una política madura, fue saludable, pero hay que matizar el concepto, dándonos cuenta de que la espontaneidad absoluta no existe, y que dejando libradas las cosas a su propia evolución, en realidad se favorece la operación de fuerzas no necesariamente positivas para una vida mejor. O sea, en esto, como en tantas otras cosas, no se puede dejar todo al mercado, ni a supuestos espontaneísmos, que no existen, sino que encubren el predominio de la fuerza económica o social sobre la razonabilidad. Por eso es que todos tenemos la responsabilidad de discutir y valorar nuestras formas de Cultura y de cultura, sin imposiciones, pero sin desentendernos de lo que pasa.”
Las dos culturas.