Uno intenta buscar paralelismos entre la selección de fútbol y el país, socioantropológicamente hablando. Por ejemplo, relacionar la cobardía de los jugadores con una cobardía general de los ciudadanos, quizás acostumbrados a ocultarse en los momentos decisivos; o relacionar esa costumbre tan española y política de no ver nunca los fallos propios ni dimitir con las declaraciones del seleccionador tras la derrota. Entender, por ejemplo, y de una vez por todas, que en este país gobierna El Corte Inglés.
Mariano Gistaín es incapaz de no sacar conclusiones: “Estas humillaciones periódicas de la selección nacional de fútbol deben de guardar alguna relación con la atormentada historieta del país. El fútbol no se deja engatusar fácilmente. Los silencios y sobreentendidos que aplicamos cada día para ir tirando, a la hora de plasmarse en el césped, bajo la atenta mirada del mundo, dejan de funcionar. Es un misterio. Incluso ahora, que parecía que habíamos enfilado la recta de tribunas, que íbamos a culminar la transición, se produce el crack. Grecia y Portugal. Hasta el Papa ha interpretado la difícil situación de ZP tras el partido del domingo. Las calles desiertas, las pizzas ardiendo, las teles nuevas, las pantallas de plasma sin pagar…”
La alineación, por SMS.