La sucesión de presidentes y gobiernos en los países centroamericanos parece un paseo intemporal en el que nada cambia y nada se mueve: rostros distintos que, por incapacidad o desinterés, dejan todo como estaba. En Guatemala Berger accedió al poder hace unos meses con muchas espectativas por parte de la población. Quizás sea temprano para aventurarlo, pero parece que la senda que sigue es la habitual: ” Para decirlo sin ambages: la presente administración representa los intereses directos de la gran oligarquía vernácula, imbuida ahora del discurso neoliberal imperante y funcional a Washington. En estos cortos meses de gestión, más allá de una cierta “buena letra” con que inició, no se ha visto una sola medida con intención popular. La pobreza crece. Aunque no es, obviamente, producto del gobierno de Berger, el actual elenco gobernante no ha dado ningún paso concreto en dirección a aliviar esa situación; por el contrario, las medidas emprendidas no favorecen a las grandes mayorías: no hay solución al problema agrario, sigue el alza de impuestos impopulares, se firmó el Tratado de Libre Comercio favoreciendo al gran capital tanto nacional como multinacional.”
Desalojos en tierras de Guatemala, de
Marcelo Colussi.