Venimos diciendo hace tiempo que la prensa tradicional no está sabiendo adaptarse a la internet y está perdiendo fuelle poco a poco. El periódico tal y como lo conocemos carecerá de sentido tan pronto como se extienda el uso de la red y se convierta en algo tan habitual como tener un televisor. El periódico entonces como dador de noticias inmediatas dejará de existir: o se metamorfosea, buscándose un sitio entre el reportaje y la opinión, o desaparece.
Luis Ángel Fernández Hermana da cuenta de cómo los grandes popes de la prensa empiezan a apretar el culo y ver el horizonte negro, y muy cerca: “Ahora, sin embargo, ya tenemos a los zares más representativos de los grandes periódicos del mundo proclamando que sus buques insignia están metidos de lleno en estas tormentas. Y las olas digitales baten contra ellos sin piedad, a pesar de estar amparados por grandes conglomerados mediáticos y de contar con cuantiosos recursos humanos, financieros, políticos y de influencia social. Les ha llegado el momento de mirar cara a cara a lo que muchos apenas consideraban como un conocido fantasma [...] y decidir si quieren seguir en este mundo o entrar definitivamente en el de las sombras.”
Prensa: pasado y presente.