Aquí no estamos acostumbrados a la claridad. Hemos asistido en los últimos meses a algunos articulistas que defendían las posturas de Estados Unidos respecto de la guerra de Irak, pero siempre que evasivas, con argumentos secundarios, y, sobre todo, siguiendo el estilo aznar de asegurar que las razones de Bush eran ciertas y auténticas cuando ya ni Bush seguía manteniéndolo. Por eso me gusta encontrar a
André Glucksmann recién afeitada la lengua y diciendo ni más ni menos que sólo Estados Unidos garantiza la democracia en el mundo, y que un error como el de Irak le es perfectamente perdonable, como se le perdonaría a superman que, por una vez, no llegase a tiempo a rescatar a un inocente. Obvio es que no estoy de acuerdo, pero le alabo la claridad, el valor y, quizás, hasta la inocencia de pensar que el Gobierno se mueve por ideales.
¡Bienvenidos a casa!.