No sé por qué, pero yo tenía la idea de que Cádiz era una ciudad especial, alegre; me imaginaba que como a sus playas llega gente de todo el mundo, también llegarían ideas de todo el mundo, ganas de hacer cosas, el vicio adrenalínico de inventar el mundo todos los días. Pero según
José Joaquín León, Cádiz es una ciudad como muchas en España, vean: “Cádiz es una isla a la que algunos la confunden con una cárcel de la que quieren escapar. Quienes hemos trabajado fuera sabemos que nunca hay que irse del todo. Éste es un sitio ideal para volver una y mil veces. Sin embargo, el gaditano auténtico
ese que no tolera a un foráneo que menosprecie a esta tierra la infravalora él mismo y la considera como el culo del mundo. El siguiente paso ya es equivocado, es creerse que todo lo de fuera es mejor. De modo que ya no se valoran los logros, ni los hechos, ni los conocimientos, sino el mito de lo forastero. Por ejemplo, uno puede saber de cualquier materia y si le echan cuenta en otra provincia será una autoridad, pero si se queda aquí y dice lo mismo no pasa de ser un macaco de andar por casa.”
Cádiz no es lo peor de lo peor.