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La guerra civil del libro

En España lo de los derechos de autor para los escritores y los ilustradores resulta escandaloso. Te publican y gracias, si eso. Encuentro lógico que se pague por el préstamo de libros. Incluso encuentro lógico que surjan bibliotecas privadas de uso y préstamo públicos de pago, la biblioteca como negocio. ¿Alquilar vídeos está bien, pero libros no? Javier Marín Ceballos protesta contra el que no se cobren los derechos de autor como es debido: “Es decir, todos cobran: bibliotecarios, administrativos, libreros, editores, ordenanzas, guardias, distribuidores, electricistas, documentalistas, archiveros, limpiacristales, informáticos, encuadernadores, directores, subdirectores, políticos, limpiadores… Pero el autor, es un escándalo que reclame alguna remuneración, por minúscula que sea. Para este sector, el autor, el creador de la obra, el que sacó de la nada cada una de las palabras y de las ideas que contiene el libro, el que invirtió tiempo, trabajo y talento en producir la obra que ellos catalogan y prestan, es tan ajeno al libro que tenerlo mínimamente en cuenta distorsiona profundamente su tarea. ¿Qué fue antes: el autor o el bibliotecario? La guerra está servida.” La guerra civil del libro.
Roger Colom | 30/05/2004 | Artículos | Mundo del Libro

Comentarios

  1. Gustavo
    2004-05-30 13:04 Si le presto un libro que he comprado a un amigo ¿quién tendría que efectuar el ingreso en la sociedad de escritores?. Al comprar el libro estamos pagando derechos de autor. Las bibliotecas también. Puedes poner una biblioteca privada y cobrar por el préstamo, a ver cuánto te dura el invento. Las bibliotecas, al menos en España, son instituciones sociales, que pagamos todos como la sanidad o la educación a través de nuestros impuestos. La mayoría de los libros en la estantería de las librerías suele dura dos meses, en las de la biblioteca varios años. Además hay también bastante escritores que están en contra del pago por el préstamo de libros. http://www.maratondeloscuentos.org/librolibre/jornadaslibrolibre.htm
  2. oscarito
    2004-05-30 13:16 Hola, Cierto que suele ser escandaloso el asunto del cobro de derechos de autor, por lo mezquino. Sin embargo no encuentro tan lógico que haya que pagar por el préstamo: siguiendo la comparación que hace Javier Marín, pagar por leer un libro de biblioteca sería equiparable a pagar una pequeña tasa por sentarte en una de las sillas de la biblioteca. La silla ya ha sido pagada al carpintero. Y el libro al librero y al editor y al escritor/ilustrador. Otra cosa es que la hora de trabajo de estos últimos esté mucho peor pagada que la de los otros. Saludos al LdN.
  3. catuxa
    2004-05-31 00:12 Creo que Gustavo y Oscarito han expresado muy hien mi punto de vista respecto al tema. Por supuesto que los el autor debe recibir los derechos por sus obras, nadie lo pone en duda, pero esos derechos le llegan (o le deberían de llegar) a través de su editor y cada vez que adquirimos uno de sus ejemplares. Si en este pais ya se lee poco… no digamos cuando tengamos que pagar por cada libro en préstamos. Y que me decis del problema que surge con las fiestas populares, ahora también hay que pagar por reproducir las canciones en las verbenas!!!!
  4. Iñaki Aréa de la Villa
    2004-06-04 17:02 Yo pensaba que la guerra civil era otra cosa, con muertos, deportados, encarcelados, etc., pero acabo de descubrir que estaba equivocado, y que una guerra civil no es más que un conflicto causado por un impuesto sobre actividades públicas no lucrativas. Tal vez también me equivoque al oponerme al impuesto sobre préstamo, así que pido comprensión en mi crítica a esta opinión, que veo sumamente tergiversada. Porque, ¿acaso interpreto mal que se compara la compra de un libro por parte de una biblioteca con el alquiler de una vivienda? ¿Es que las bibliotecas, cuando adquieren un libro, lo están alquilando, y van a tener que pagar por él para siempre? Y, si el volumen se estropea, ¿podrán exigir al editor (a modo de arrendador) que costee la encuadernación o la reposición? Yo creía que la compra de un libro consistía en la adquisición de su propiedad, y por tanto del pleno derecho de uso. Hablo del uso de las obras; el abuso es otra cosa distinta, y está regulado por la legislación penal. Pero en una biblioteca el derecho de uso no corresponde tanto a los bibliotecarios (que han efectuado materialmente la compra), cuanto a los usuarios. Y en algunos lugares no se les cobra por ello, porque se conciben las bibliotecas como servicios públicos y como instituciones de interés social (por encima del económico). Los derechos de uso por parte de los usuarios de la obra, están incluidos en su precio de venta. Su venta sufragada con fondos públicos que en países con bajos índices de lectura son la única garantía de ingresos estables de las editoriales; por lo que éstas ya deben a las bibliotecas una demanda que las ampara de la inestabilidad mercantil. Todo ello avalado por una larga tradición histórica de servicio público, de la que desde luego carece la industria inmobiliaria (y si me apuran diría que incluso la editorial). Ahora bien, si los autores reciben escasa parte de lo que las editoriales cobran por la venta en propiedad, que no alquiler, de sus obras, ése es otro conflicto que deben resolver con las mismas editoriales. Y, hablando de ello, ¿podrían las editoriales aclarar qué parte del impuesto correspondería a los herederos de Cervantes por el préstamo público de una traducción centenaria del Quijote? Y, además, ¿dónde obtienen las editoriales y los editores literarios las ediciones históricas y manuscritos de obras clásicas cuyo cotejo es necesario para volver a publicarlas? ¿Acaso no los buscan en las bibliotecas, sin mencionarlo en sus ediciones (no sea que los bibliotecarios vayan a exigirles un impuesto por ello)? Por otra parte, ¿qué ocurre con los autores no reconocidos? ¿Asumen las editoriales, como depositarias de los derechos de explotación, el deber de explotación que implican, poniendo en circulación obras agotadas, independientemente de su rentabilidad? No: para las editoriales sí vale la argumentación de que tienen que costear la distribución, el guardia jurado, el ascensor y los premios literarios millonarios que van casi invariablemente a los mismos autores consagrados. Y, si no es mucho preguntar, ¿qué parte del impuesto pagarán a aquellos autores que sin que la industria se lo imponga, voluntariamente, han renunciado a sus derechos de autor para que sus obras se puedan copiar libremente? Me refiero a ejemplos como los de los autores corporativos Luther Blissett y Wu Ming Foundation, cuyos libros, carentes de derechos de explotación, se venden en España al mismo precio que cualquier otra obra de dimensiones similares. ¿Qué hacen la editoriales con el excedente de la venta de estos libros? Los bibliotecarios tienen el derecho y el deber de gestionar la lectura pública, y esto implica defender su carácter social, así como los médicos de defender el carácter social de la sanidad, los docentes el de la enseñanza, etc., todo ello sin perjuicio de que otras personas también lo hagan. Renuncio a los derechos de explotación de este texto. Espero que quienes lo lean no se vean obligados a pagar por ello, porque yo no cobraré nada. Iñaki Aréa de la Villa mirto@ugr.es

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