Miguel Mora cuenta la vida y hazañas de
Marcelino Orbes, sucesor español de Charlot y clown irrepetible: “Luego vino el salto al Hippodrome, teatro que convirtió en el más popular de Londres: entre 1900 y 1905, las guías incluían a Marcelino como gran atracción. Sus imitaciones de animales tiraban a la gente al suelo… A todos, salvo al rey Eduardo, que se rindió cuando Marcelino tiró el sombrero de copa, tropezó con él sin querer y, desde el suelo, se lo volvió a poner con un pie.
Ese gag improvisado, que incorporó para siempre a su espectáculo, le consagró para siempre. Hizo giras por Europa, y cuando supo que el Hippodrome iba a abrir en Broadway un teatro para 5.000 personas, no se lo pensó, hizo las maletas y conquistó a la ciudad y al país; luego actuó en Cuba (a su vuelta en 1918 por la isla de Ellis fue cuando Inmigración registró su lugar de nacimiento), pero, poco a poco, su estrella se apagó.”