Estamos asistiendo a una perversión generalizada de los poderes públicos democráticos consistente en que oficialmente se investiga todo, pero de modo que no salga dañado nadie. Se trata de un pacto entre políticos que saben que mañana les puede manchar la mierda a ellos: hoy por mí y mañana por ti; o dicho de otro modo: si tú investigas poco, yo también.
Jaime Campmany, con su habitual mala baba y buena prosa, se refiere a uno de estos casos, la comisión de investigación del 11M, comisión que nadie quiere formar más que parcialmente, aunque el articulista, claro, se olvide del PP: “Sería una impertinencia que no consentirá el Grupo Socialista, enardecido por las arengas rubalqueñas, intentar conocer qué noticias tuvieron los socialistas acerca del atentado, por dónde les llegaron, quién y cómo se las hizo llegar, y quiénes son los responsables directos e indirectos de la explotación electoral de aquella terrible matanza terrorista. Todos esos episodios deben quedar enterrados para siempre en el pozo negro de la Historia. Investigación, sí, para que no digan, pero a los socialistas, ni mirarlos.”
Investigar al otro.