Descubrí hace poco a
Augusto Monterroso, y aún apenas lo he leído más que ratoneramente, un cuento ahora y otro después mientras ojeo en las librerías, pero ya sé que es uno de los grandes cuentistas en lengua castellana. Y básicamente por el humor. En
Cuestión de alturas hace una defensa de la —su— escasez de altura como sólo él sabe, aunando el ridículo, con lo bello y el sarcasmo. Después de sestear concluye que en todo bajito hay un poeta: “Lo que Bolívar tenía de poeta, de ahí le venía. Quizá sea cierto que el tamaño de la nariz de Cleopatra está influyendo todavía en la historia de la Humanidad; pero tal vez no lo sea menos que si Rubén Darío llega a medir un metro noventa la poesía en castellano estaría aún en Núñez de Arce. Con la excepción de Julio Cortázar, ¿cómo se entiende un poeta de dos metros? Vean a Byron cojo y a Quevedo patizambo; no, la poesía no da saltos.”