El sábado me perderé la Boda. Tengo que asistir a un curso de payasos (clowns, para los no iniciados). Pero me cuentan, oigo hablar, me entero por casualidad que hay gente que piensa dejárselo todo preparado para tener la mañana del sábado libre para ver la tele. Creo incluso que todas las cadenas retransmitrán la Boda. Sin duda es un evento importante. Alberto Piris lo pone más o menos en perspectiva: “De todos modos, hasta poco antes de ser ejecutado Luis XVI, una gran parte de su pueblo estaba tan convencida de la naturaleza divina del rey que a él acudía para que, con la simple imposición de las regias manos, el poder sobrenatural que de ellas emanaba curara diversas lacras y úlceras que la falta de higiene hacía proliferar. Un duro contraste entre la refinada vanguardia de una intelectualidad parisina que entonces descubría nuevos caminos para el pensamiento humano en todas las ciencias y un pueblo que en gran parte vivía todavía bajo los velos de una atávica superstición.” La fascinación de la realeza.