El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo acaba de sacar su informe sobre la Democracia en América Latina. El informe sirve para clarificar lo que ya sabemos: queda mucho por hacer.
Sergio Ramírez lo comenta: “Los sistemas democráticos subsisten, pese, muchas veces, a quienes son electos, y se defienden como mejor pueden frente a su misma precariedad. A estas alturas deberíamos haber aprendido que, pese a tantas dificultades, desconciertos, frustraciones y desesperanzas, no tenemos mejor manera de vivir; pero muchos de los ciudadanos consultados a lo largo del continente por los autores del informe creen que la democracia puede ser prescindible si un régimen autoritario asegura lo que ella misma no está asegurando ahora, que es el bienestar económico. Esta es la peor de sus paradojas, y una luz roja necesaria de advertir.
Es cierto que la democracia no puede ser un fin en sí mismo
el contento onanista de que votamos, luego existimos, pero sí una herramienta en todas las manos para construir una sociedad justa, de iguales oportunidades. Es lo que venimos persiguiendo desde la fundación de nuestras repúblicas a la hora de la independencia, esa idea ciudadana de que sólo un concierto de ciudadanos libres puede crear una sociedad próspera y justa. No haberlo conseguido hasta ahora es entonces fuente de frustraciones. Pero, ¿estamos hoy más lejos o más cerca de la meta?”
Las herramientas de todas las manos.