Rumsfeld no es un mal servidor del Estado; de hecho, hizo lo que tenía que hacer: ocultó durante un año la existencia de malos tratos en Irak —¿qué no pasará en Afganistán, olvidada hace años?—. Todavía más: en realidad, ¿eran torturas? Al fin y al cabo la mayor parte de lo que se les achaca a los soldados es aplicar un código de actuación en esos casos emitido por el Pentágono. Además, estaremos todos de acuerdo en que torturar en nombre de la democracia es mucho más digno que hacerlo bajo una dictadura, faltaría más.
Estados Unidos no es de este mundo, de
Luis Peraza Parga: “Se deben investigar todas las muertes de prisioneros en custodia de las Fuerzas de ocupación, los organismos internacionales deben mandar misiones de supervisión de estos centros de detención y deben rodar todas las cabezas que supieron de estas aberraciones y no hicieron nada para impedirlas o incluso, actuaron para evitar su publicación. Es decir y para ser más claros: el Bush, Rumsfeld, Bremen y todos los oficiales militares, tal y como señala el texto jurídico penal internacional de la Corte Penal Internacional ratificado por más de la mitad de la Comunidad Internacional.”