Cuando lo escuché tuve que hacer cálculos. Después pensé, como todos, que yo hubiese vivido el resto de mi vida como un marajá con un uno por ciento del valor. Hasta hice planes. Una felicidad efímera y falsa me invadió durante unos minutos, para volver de golpe a la realidad de la hipoteca cuando cambiaron de noticia y hablaron, creo recordar, del FMI. Seré sincero: cuando vi el cuadro no me gustó, al menos no en exceso.
J. L. Calvo, en
La pipa y los popes, defiende la compra del cuadro de Picaso
Muchacho con pipa por 104.168.000 dólares; critica con bastante razón a los que demagógicamente aluden a los muertos de hambre de todos los días, pero creo que peca de inocencia al creer que lo que se compra ahí es arte. Detrás de la venta está una operación de mercado puro y duro, en la que más que probablemente se lavará dinero y se realizarán un buen número de operaciones mafiosas. Si lo prefieren,
Alber Vázquez tira de sarcasmo para afrontar una realidad tan dura:
¿Qué hace que un cuadro valga 77 millones de euros?