Raúl Pérez Cobo escribe sobre el tratamiento poético del sexo y la lujuria, desde Hita hasta hoy, y lo hace de un modo epigramático y sexual, como un mete-saca prosístico: “Y es que hay poetas para el cuerpo y poetas para dar de cuerpo. La gaditana Roseti implora y eleva una plegaria hacia los calzoncillos Calvin Klein de un paquete deseado
Un libro inédito de un poeta toledano-neoyorkino, Mortal Manhattan, título impresionante, metáfora del amor corpóreo, conduce desde lo sacro a lo carnal, sin tintes pornográficos —una biografía del placer y su memoria— un erotismo del intelecto, el órgano más sexual es el cerebro, asomándose a estampas sado igual que esa Vanitas vanitatis de tales cuadros barrocos donde la muerte dicta la defunción del cuerpo, como el pesimismo luctuoso de Manrique, sabedor del tránsito de la sangre: Pero eras muy joven y luchabas / con furia por ser como los otros, tendente a la invocación cernudiana, alejado de la imponente órgano de palabra del hispano Marcial, físico inequívoco, aunque un libro consolador.”
Poetas para el cuerpo.
2004-05-07 07:03 La tradición continúa. Y si quieren ustedes leer a un poeta para el cuerpo de “cuerpo entero” lo tienen aquí al lado, en Almacen, a un tiro de tecla, en la habitación donde se reúnen los Poetas. Este se llama Raúl Pérez Cobo.