La importancia del lenguaje en el poder se está poniendo de manifiesto en este aciago principio de siglo. Mediante la manipulación de las palabras se intenta mostrar la realidad más acorde con los intereses propios y no ajenos.
Terry Jones,
La guerra de las palabras: “También está el problema de cómo deben llamar los estadounidenses a los iraquíes; sobre todo, a los que matan. La idea de llamar «fanáticos y terroristas» a personas que defienden sus propios hogares del ataque de misiles y cohetes lanzados desde tanques y helicópteros sólo funciona durante una temporada. Al final, hasta los lectores de los periódicos pensarán que hay gato encerrado. Así mismo, es diabólicamente difícil conseguir que la gente acepte la etiqueta de «rebeldes» aplicada a los iraquíes asesinados por francotiradores estadounidenses cuando
como ha sucedido en Faluya resultan ser mujeres embarazadas, niños de trece años y ancianos que estaban en las puertas de sus casas. Y también suena poco convincente que se denomine «combatientes» a los conductores de las ambulancias si los ametrallan a través del parabrisas cuando llevaban un herido al hospital; pero, ¿qué otra palabra se podría utilizar sin que parecieran objetivos ilegítimos?”