A Haro Tecglen los curas pederastas le producen lástima y compasión: “Quizá sea como si para profesar les obligaran a cortarse un brazo o la nariz. O peor. [...] Me imagino toda una vida entre el deseo y el miedo. No son los únicos. Vivir entre el deseo y el miedo, entre lo que parece lo posible pero es castigado y es materialmente irrealizable, es una forma de no vivir que ha ido consiguiendo la organización de las sociedades a medida que parecía progresar en un sentido liberador”.
Cura sexual.