Iñigo Sáenz de Ugarte analiza dos artículos sobre el conflicto en Irak, de Aznar y de Richard Clarke, significativos de dos modos de afrontar las cosas, con orejeras y piñón fijo el primero, buscando causas y razones el segundo: “No es extraño que los políticos se sientan liberados de la funesta manía de pensar. Afirmar de forma tajante que todos los terrorismos son iguales libera al declarante de tener que decidir entre distintas formas de luchar contra ellos. Les basta con soltar a sus policías y militares para que se apliquen en un recuento de bajas que se supone que terminará con la victoria del que cuente con mejor arsenal. Pero de vez en cuando aparecen expertos como Clarke, de los que han dedicado la mayor parte de su vida profesional a luchar contra el terrorismo, que les sacan los colores. Saben cuáles son las tácticas que han funcionado y las que han fracasado.”
Los riesgos del discurso único.