Pocas cosas que tengan que ver con los libros me aburren. El Día Mundial del Libro, por ejemplo, no me aburre: me cabrea. La mayoría de las casetas en la feria de mi ciudad tienen lo mismo, las mismas novedades y grandes ventas que no compro nunca. Los descuentos que hacen ya los recibo yo todos los días porque soy cliente de varias librerías. O sea que ese tampoco es incentivo. Y lo de los autores firmando libros, ¿eso qué es? En corto: amo los libros y el Día Mundial del Libro me parece odioso. Sé que esta es una diatriba inútil, probablemente sin demasiado fundamento y basada en que, con lo que me gustan los libros, me aburre la feria. En Fin, para justificarla pongo aquí un artículo de
Manuel Fernández: “Hay quien dice, pues ese no ha leído nunca y está forrado. Claro. Y, encima, puede ser hasta mejor persona que muchos que leen. Pero ese no es el caso. Nadie, en su sano juicio, ha podido tachar de malos -
e incluso, de infelices- a los analfabetos. Pero quienes saben de la satisfacción que produce la lectura tratan de transmitir a quienes no leen todo lo que se pierden. Esa es la cuestión. Estamos en la Feria del Libro y hoy, 23 de abril, es su fiesta por antonomasia. Transmitamos, por ética y por solidaridad, la ventaja que da el leer.”
Las ventajas de leer.