Tomás Eloy Martínez narra la triste historia del físico J. Robert Oppenheimer, creador de la bomba atómica, de cuya abjuración posterior le vino la ira y el terror de la administración: “Oppenheimer, que se mantuvo tenazmente leal a los Estados Unidos, se negó sin embargo a seguir trabajando en el desarrollo de armas destructivas. Esa disidencia con los políticos de su país fue llevándolo de un problema a otro hasta culminar en un proceso célebre. A fines de 1953 se lo acusó de haber mantenido vínculos con los comunistas en el pasado y de haber protegido a científicos sospechosos mientras dirigía en Alamogordo, Nuevo México, el laboratorio que lograría la fisión del átomo. La segunda acusación no era cierta, pero Oppenheimer no tenía manera de probarlo. Fue interrogado con la saña habitual en los procesos maccarthistas y humillado con la exposición de algunos detalles crueles de su vida privada. Como era previsible, se le retiró el derecho a trabajar en asuntos que comprometieran al Estado y tuvo que regresar al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Allí murió de un cáncer de garganta en febrero de 1967.”
Oppenheimer: oscuridad al mediodía.
2004-04-18 03:36 Ah,los americanos y sus “amigos” de siempre. Que tarde o temprano terminada la utilidad que prestan ya sabemos que pasan al tarro de la basura. Por otro lado muy bueno el comentario sobre los musulmanes en USA. Saludos desde el otro lado del Atlántico.