Juan José Millás escribe sobre los asesinatos de mujeres a manos de sus maridos o novios: “Cada uno de estos sucesos salta la prensa por su excepcionalidad, pero lo que los periódicos no recogen es el contexto en el que se dan y que tiene que ser de una enorme violencia soterrada, pues de otro modo serían inexplicables.
Alguien debería contar cómo es la vida cotidiana entre los hombres y las mujeres de hoy para que ocurra lo que ocurre. Alguien debería desmenuzar el modelo de relación vigente entre los maridos y las esposas, entre los jefes y las empleadas, entre los padres y las hijas. Si casi cien mujeres mueren al año víctimas de las palizas de sus hombres, miles o millones de ellas tienen que estar sufriendo a diario episodios de violencia verbal o física que, sin alcanzar el tamaño de un suceso reseñable, constituyan el caldo de cultivo de los crímenes que aparecen en el telediario. Urge una reflexión sobre la relación cotidiana entre hombres y mujeres, para que, al contemplarnos en ese espejo, huyamos de nosotros mismos.”
Necesitamos un espejo.
2004-04-16 23:03 creo que reflexionar acerca de un problema y dar como solución que «hay que reflexionar acerca del problema» es un juego peligroso en el que si se cae se pude correr el riesgo de sentir que se hace algo que en realidad no ha existido más o menos efectivamente: todos necesitamos un espejo
2004-04-17 05:51 Para mí la raíz de la violencia doméstica, es la misma que la de cualquier violencia, del tipo que sea. El violento destruye aquello que no puede cambiar, aquello que no resulta como su voluntad antojadiza desea. Entre Manolo el de quinto que apuñala a su mujer y el Tunecino, no hay tanta distancia.