Parece que haya un pacto de silencio: ayer, 14 de abril, practicamente pasó desapercibido el aniversario de la 2ª República. Quizás el hecho de que un partido de tendencia republicana como el PSOE haya ganado las elecciones sea la causa: prudencia, que nadie se alarme, que no se abra la caja de Pandora de la reforma constitucional en un momento tan delicado. Ya se ha dicho muchas veces: la Monarquía es caduca y contradice la Constitución: no todos somos iguales; e insisto: es el legado de un dictador. Rafael Velasco pedía ayer la llegada de la Tercera República, y aunque él lo hace desde una ideología determinada, yo quisiera insistir en que nada tiene que ver con tendencias políticas el deseo de que el modelo de Estado de España sea otro; e insisto también en que pueda decirse con toda libertad, que querer una España republicana no es solicitar un golpe de Estado, ni querer un Gobierno comunista ni fusilar a los curas: “La Monarquía constituye un residuo del pasado, de origen medieval, que se convierte en obstáculo para que los derechos fundamentales dejen de ser meras declaraciones formales y se conviertan en efectivos. Por eso la lucha por la República creemos que es necesaria para ofrecer soluciones al siempre difícil encaje de la plurinacionalidad del Estado, para garantizar el carácter laico del Estado, para lograr una democracia que no se limite a votar cuatro años. La lucha por la República va paralela a la defensa, teórica y práctica, de otro concepto de ciudadanía, donde la participación política, desde lo más cotidiano a lo más general, vuelva a convertirse en una virtud cívica a promover.” De la nostalgia a la ilusión.