Disfruto enormemente leyendo tratados científicos o médicos o mitológicos del siglo XIV, XV, XVI… tendemos a pensar que entonces se escribía mejor, y puede ser, pero creo también que lo que nos atrae de esos textos es su olor a siglos apagados, su textura arcáica, inocente, novedosa. La belleza ahí surge de la vejez, de la extrañeza de las palabras y los sonidos, de los pliegos polvorientos de la lengua y los sentidos.
Miguel Esquirol creo que aprecia lo mismo en las fotografías antiguas: todas son hermosas, y nos parece que nuestros hijos nunca tendrán recuerdos tan hermosos como esos niños de pantalón corto y esas abuelas sepias, tan erguidas, tan dignas, tan lejanas, ta imperecederas.
Fotografías: “Las fotografías que ahora conservamos están sacadas con la última cámara digital, archivada junto a miles de otras similares, o quizás colgadas en Internet a la vista de los curiosos o en un CD intentando confiar en él como en algo eterno. Pero la realidad es que aquellas fotografías son sólo bits y bytes que informan a nuestro ordenador el rostro que formar, la sonrisa conocida e incluso adorada por nosotros que mostrar en la pantalla, y sólo son eso, impulsos eléctricos, como las otras son moléculas de hidruros de plata, que pueden estos si desaparecer con un virus, con una formateada necesaria que borra incluso aquellas carpetas que tanto cuidábamos, o un rasguño en la platinada superficie del CD.”
2004-04-15 19:11 Umberto Eco demuestra para mí la manera de escribir Medival, cuando los autores no solo intentaban expresar sus ideas, sino que además buscaban imprimir en ellas una belleza y detalle solo comprensible al estilo que después de buscaba dejar patente en la arquitectura gótica. En el fondo eso viene de que entonces los artistas no querían vender, sino crear.