Hace siglos mencioné en este libro la invención de un humorista valenciano de un dispositivo que tomaba la forma de un perrillo mecánico que los humanos podían rellenar con sus propios excrementos para poder cagar en la calle sin tener que hacerlo virtualmente a través de los intestinos de sus perros.
Manuel Martín Ferrand: “Se nos anuncian serias sanciones —¡hasta de 600 euros por cagada!— para castigar a los desaprensivos ciudadanos que, por su conducta, son más amigos de los perros que de las personas. Parece ser que las “motocacas”, unas futuristas motocicletas con mierdaspiradores con que el Ayuntamiento trata de remediar tan sucia contaminación, no dan abasto. Por ello, Ruiz-Gallardón, que está en el progreso tecnológico, ha determinado que se investigue el ADN de las cacas anónimas para poder determinar su procedencia e, identificado el can, castigar a su propietario.”
Gallardón y las ‘motocacas’ de Madrid.