Richard Clarke ha dicho y reiterado que la administración Bush actuó de manera irresponsable en asuntos de antiterrorismo. ¿Y cuál es la respuesta de la administración? El ataque personal.
Max Castro: “La necesidad de destruir la personalidad de Clarke distrae la atención del aparato político Bush de su objetivo principal, el de destruir la personalidad de John Kerry. Pero desprestigiar a Clarke no es fácil; tiene argumentos sólidos y una trayectoria limpia. Además, es duro: en su duelo desigual contra una falange de personeros de la Administración, Clarke ha sabido defenderse. Falta ver quién saldrá realmente malherido de esta trifulca, Clarke o Bush. El último tiene más que perder. ¿Y cuántas veces puede Karl Rove, asesor político principal de Bush, recurrir al método del asesinato moral sin que se gaste, repugne al público, se convierta en bumerán para un presidente que prometió unir y no dividir?”
La ofensiva contra Clarke.