Lo cuenta en tono tranquilo. Al final no pasó nada, pero la cosa como para un ataque colectivo de pánico. Tomás Eloy Martínez cuenta cómo se quedó varado el tráfico en el túnel Holland de entrada a Manhattan. Estuvo horas bajo el río, con el miedo a un ataque terrorista en la mente de todos los que, como él, no podían salir. “Una pareja con su hijita de pocos años se bajó de su auto, a unos quince metros de donde yo estaba, y vigiló a la niña mientras desahogaba la vejiga, entre quejas y protestas. Seis o siete chicos la imitaron, y me pregunté si habría personas mayores con el mismo apremio. Al fin de cuentas, llevábamos allí más de dos horas. Oí gritos y vi que una mujer corría con los zapatos en la mano, histérica, hacia la boca del túnel por la que habíamos entrado. ”¡Un camión de UPS!”, clamaba. ”¡En cualquier momento vamos a volar por los aires!” El hombre vestido para una cita de negocios la seguía, enarbolando el papel de la advertencia.” Terror en el túnel.