Primo González escribe sobre la resistencia a las reformas del estado del bienestar en Alemania, Francia e Italia. Pero su actitud me parece paternalista y antidemocrática. “Lo que en muchos casos se debate, y quizás eso no han sido capaces de explicarlo los gobiernos a sus ciudadanos, es el dilema entre la viabilidad futura de los sistemas públicos con unos grados de prestaciones algo inferiores a los actuales y sin que su disfrute asfixie a las economías o, por el contrario, el mantenimiento de las prestaciones actuales a costa de ir cercenando el potencial de crecimiento y dificultando, por ello, una salida viable para el conjunto del sistema.” Y ahí está el problema, en explicarlo. Explicar los problemas es parte esencial de la democracia; hay que mostrar las cifras, tener un plan, de años quizá, pero afrontar el problema con la atención al detalle que haga falta. Si no, está claro que los votantes lo rechazarán. Ser demócratas es muy fácil, pero construir y mantener una democracia no lo es. Europa no quiere reformas.