Reconozco que vi alrededor de 5 minutos del programa de Antena 3 El Castillo de las mentes prodigiosas, tiempo más que suficiente para entender que se trata de mierda putrefacta que intenta salvar la productora con un seudoalejamiento irónico sobre sus monstruos. No llegué a ver al jurado, parte de ese maquillaje y sólo mas tarde me enteré de que entre ellos figuraba Javier Armentia, conocido —admirado— y cibernético escéptico. Luis Alfonso Gámez arremete contra el programa y contra la presencia en el mismo de Armentia, que cree sólo ayuda a dar vida a un programa deleznable. Su ataque es interesante por cuanto pone en tela de juicio la utilización extremadamente frecuente de este tipo de avales televisivos para sostener las más grandes de las estupideces: “Aunque el más hábil de los escépticos hiciera un papel digno en un programa de estas características, ¿serviría para algo? Pienso que no. Al espectador de ‘El castillo…’ no le interesa ni lo paranormal ni los argumentos de Armentia, sino mirar por el ojo de la cerradura de esa ‘mansión’ en la que viven los concursantes para ver quién se acuesta con quién, quién insulta a quién, quién corteja a quién, quién golpe a quién, quién está más loco, quién es más iracundo, quién es el más odiado… Es la misma mierda que ‘Gran hermano’, un formato que ha demostrado lo barato que venden algunas personas su dignidad y su intimidad.” La fortaleza de los descerebrados.