Hace años intentaron animarme para que usara la bici, pero sigo siendo peatón. Dicen que ésta es una ciudad ideal para ir en bici, porque es plana, no porque el tráfico no sea un desastre.
Álvaro García se encuentra con situación similar en la suya: “En mi ciudad se puso un carril bici, que ya es poco, pero al día siguiente se plantaron en medio las mesas de plástico de los bares. Ahora la Universidad anima a los alumnos a dirigirse al aula en bicicleta. Cualquiera que conozca el camino del campus sabrá cómo el consejo esconde un sutil expediente de reducción de la población, o de numerus clausus por vía de exterminio.” Nos falta un poco todavía para llegar a ese ideal europeo de la ciudad a pedales.
Con la bici al hombro.