José Aguilar escribe sobre el riesgo del terrorismo islámico: “También se consolida la impresión de que ésta es una lucha larga y complicada. Estamos ante un terrorismo difuso, sin un territorio predeterminado y fijo, sin un estado mayor físicamente detectable, con multitud de células dispersas y, en muchos casos, durmientes en medio de una sociedad que se basa en el movimiento libre de las ideas y las personas. Hace falta a la vez firmeza e inteligencia en una política preventiva que no eluda la solución a medio y largo plazo de los problemas de pobreza e injusticia que sirven de caldo de cultivo para el integrismo violento y
algo que los gobiernos nunca han querido acometer acabar con las fuentes de financiación del terrorismo, que funcionan impunemente gracias a los paraísos fiscales y las transferencias electrónicas. Ahí hay tarea.”
Nos consideran enemigos.