Reclama
Rafael Marín poder dar explicar en profundidad nuestra literatura: enseñar a Byron para entender a Bécquer, a Petrarca para llegar a Garcilaso. Absolutamente cierto, pero un imposible cuando el tiempo dedicado a la literatura da para poco más que nombrar a Bécquer y a Garcilaso.
Petrarca: “Me cabe bien este tipo porque amó a una mujer real a la que convirtió en eterna, o a una mujer de mentira a la que convirtió en eternidad real: Laura. Existiera o no, fueran varias mujeres o un mero capricho literario, una excusa para la gloria, hay que leer en orden su Cancionero para ver el avance de una vida (o de dos vidas) a lo largo de un montón de años: los poemas de amor y desamor con Laura viva, los poemas de melancolía y tristeza absoluta con Laura muerta. Como una novela, se leen estos poemas, y si la traducción al castellano es buena, se disfrutan como si de verdad hubieran sido escritos directamente en nuestra lengua.”