Almodóvar se ha pasado. Sobre todo porque no contribuye en nada a la calma y la normalidad. Sabe que cualquier cosa que diga tendrá repercusiones. Sabe que se le echarán encima y a su vez otros se echarán encima de quién se le ha echado encima,
ad infinitum. Mala cosa.
Alfonso Ussía estrena su nueva columna de exiliado atacando a Almodóvar y dejando claro su talante y estirpe. Una cosa me gusta: sabe diferenciar entre el hombre y sus películas: “No obstante, cuando está alejado de las cámaras y los platós, Almodóvar es muy capaz de decir las mayores tonterías. No por soltar necedades deja de ser un buen director de cine, que lo es probablemente. Pero en la política está instalado en el tópico y el lugar común. Manifestar que con la victoria del PSOE en las elecciones España ha recuperado la democracia es, además de falso, una imbecilidad. El sistema democrático se tambaleó, precisamente, en los últimos años de gobierno de los socialistas, con crímenes de Estado de por medio. Quizás por proximidad de origen, a Almodóvar le influye la brillantez intelectual de Sara Montiel. Se ha referido también a un supuesto golpe de Estado del Partido Popular. Ahí la alcornocada, la sandez, se abraza con la miseria. Intuyo que su heroica actitud en socorro del vencedor va más allá de la complacencia ideológica.”
La berza.