«Los que tienen las orejas grandes, gordas y desproporcionadas, naturalmente son simples, perezosos, de grueso nutrimiento, de mala memoria y peor calidad. Los que tienen las orejas muy pequeñas y delgadas, son de buen ingenio, de claro entendimiento y mucha prudencia: suelen ser secretos, pacíficos, astutos, honestos, limpios y vergonzosos. Los que tienen las orejas un tanto largas, o muchas por través, son osados, tragones y desvergonzados, indiscretos, vanos y para poco trabajo»[Fisonomía y varios secretos de naturaleza, Gerónimo Cortés, 1741].
Clasifíquense y después lean
Neurobiología de la violencia, de Adolf Tobeña, más que nada para contrastar datos.