Reflexiones serenas, profundas e inteligentes como la de
Jorge Portillo en torno a la democracia y el terrorismo son necesarias entre tanta exaltación: “El terrorismo es una guerra de infestación: combatirlo con tanques
sólo lo multiplica, llenar las cárceles
sólo fertiliza a sus herederos, matar a los que nos matan les hace mártires, razones y banderas desbocadas: la historia de los últimos cincuenta años del siglo veinte guardan esas pruebas.
Es preciso mejorar y ejercitar los servicios de información, hacerle oídos a la inteligencia cuando ésta se produzca, acrecentar la acción policial, y
sobre todo atender y corregir las causas sociales y políticas con las que los asesinos enganchan a sus nuevos militantes. Cada uno de estos salvajes, por poco numerosos que éstos sean, puede suponer un baño de sangre. No hay patria que lo valga.”
Civilización y barbarie.