Santiago Kovadloff,
Terrorismo y democracia: “Si la democracia, para constituirse, exige la presencia de un oficialismo y de una oposición es porque ella renuncia a la idea de la verdad como monopolio de un solo entendimiento. Su antípoda acabada es el terrorismo. El terrorismo prospera donde se acentúa la disolución del interés por la disonancia y el matiz. Donde triunfa el cansancio del pensamiento. Es así como se concibe como auténtica revelación. Como revelación no exige examen ni reconsideración. Lo que pide es cumplimiento. Subordinación a secas. Es que su meta es la creación de un orden homogéneo. El habitante del mundo con el que sueña no es alguien sino nadie. Un nadie vertebrado con consignas, nunca con ideas. La lucidez le repugna. Ama en cambio, fervorosamente, la obediencia. La identificación sin vacilaciones con el mandato. El disenso es el infierno para él.”