En
La sangre, los fulares, el código y algunas cosas más J. L. Calvo analiza los distintos tipos de novela histórica desde el punto de visto de su tratamiento del rigor con que se acercan a la
realidad: “La literatura histórica es (debería ser) por encima de cualquier otra consideración, pura y simple literatura. Es muy conocida la anécdota de Alejandro Dumas según la cual contestó a un crítico que le echaba en cara que violaba la historia: “En efecto, la violo, pero la hago unos hijos hermosos.” Y, en efecto, todavía hoy disfrutamos con aquellos hijos hermosos como “Los tres mosqueteros”, “Veinte años después” y “El vizconde de Bragelonne” aunque, todo hay que decirlo, de esa violación sistemática también nacieron engendros tan olvidados como olvidables.”