Ana Santos,
Susurros: “Conozco a un artista consumido por el horror de este tiempo de susurros. Se llama Javier Huecas y me ha contado que hay niños abandonados frente a las pantallas de televisión, niños que esperan ansiosos la próxima guerra para poder llorar la ausencia de caricias. Él los ha modelado en arcilla, atados a sus sofás de barro, hundidos en el lodo primigenio. Su tristeza creadora le consume. Su tristeza, como la de Cirlot, se parece a Cartago. Gemidos, sollozos, lamentos: el caos se apodera definitivamente de este cuaderno. Los trazos de mi escritura cambian a diario. No estoy centrada. Un buen psicólogo enseguida descubriría el desequilibrio que muestran estas letras deformes. El mundo también es deforme. La noche nunca se fue. Aquí y allá percibo el olor ácido del engaño.”