Tomás Eloy Martínez escribe sobre la biografía recién editada de Jacobo Timerman,
El periodista que buscó el poder: “Timerman tenía una inmensa curiosidad intelectual pero algunas de sus preferencias cinematográficas y literarias eran dudosas. Diez años después, en La Opinión, enmendaría esos yerros y se convertiría en un editor modelo, hasta que el poder autoritario estableció controles también sobre la cultura. Entonces, muy a su pesar, tuvo que agachar la cabeza. Entre el desafío y la supervivencia sabía cuál era el límite. [...] Timerman es una síntesis de todo lo que era el periodismo latinoamericano hace treinta y cuarenta años, de sus contradicciones y arrogancias, pero también de su respeto por lectores a los que suponía inteligentes, ávidos de saber más, no muy distintos de los lectores que sin duda hay ahora, a los que sin embargo se sirve de otra manera.”