Rodrigo Fresán vio la gala de los Oscars y nos cuenta unas cuentas cosas al respecto; y la verdad, como hable de lo que hable, habla bien, con gracia y atino, pues aquí les dejo
Perdido en la apremiación: “En cualquier caso, supimos que habíamos perdido cuando —llegado el momento del Oscar a mejor actor— contemplamos y descubrimos el modo en que la Academia sintetiza en unos pocos segundos dos performances a la hora de presentar a los dos grandes candidatos de la noche. Por un lado teníamos a Sean Intensidad Penn gritando: “¡¡¡MI HIJAAAAAAAAAAAAAGH!!!”; por otro, Bill “Sutileza” Murray aparecía apenas enarcando una ceja y filmando un comercial de whisky en Japón. Lo primero era “dramático”, lo segundo era “gracioso”. Y ya saben: los que votan para este asunto siempre han pensado que es preferible llorar que reír. Y así el Oscar se debe tomar.”