Hace años tenía un compañero que repetia muy amenudo el chiste viejo: «yo soy apolítico; no me gustan ni los de derechas ni los hijos de puta de la izquierda».
Javier Salvago hace algo similar cuando dice que todas las tendencias poéticas son igual de respetables y que son sólo cuestión de gustos: “Todas las definiciones de la poesía valen, porque cada una representa una manera de verla y entenderla que puede ser compartida por más o menos gente. [...] Está bien que haya una poesía pedante, hecha por pedantes y para pedantes, porque los pedantes tienen derecho a tener su propia poesía. Y está bien que haya una poesía cursi, porque también los cursis existen. Y los locos y los iluminados y los idealistas y los románticos. Todos tienen derecho a tener su propia poesía. Pero también los cuerdos, los sensatos, los que cultivan el sentido común y disfrutan llamando a las cosas por su nombre. También para ellos hay una poesía porque también la cordura, la sensatez, la inteligencia y el sentido común son poéticos, aunque los bobos no lo entiendan.”
Una cuestión de carácter.