Arturo Maneiro presenta una pequeña fábula política y satírica con final sorpresa: “Pero Loli seguía viviendo, siempre eran los demás quienes tenían la culpa. Volvió a trabajar, pero no desaparecía la insatisfacción. Conseguir algo solo servía para constatar una nueva frustración. Pero comprobó que sólo experimentaba cierta satisfacción cuando mantenía la lucha por lograr alguna meta difícil; algo que costase muchos años lograr o que no se lograse nunca; un objetivo que fuese capaz de justificar su actitud de desacuerdo permanente con todo lo que le rodeaba. Quizá la política podría ser la salida ideal a tanta energía negativa, a tanta falta de satisfacción por la vida misma.”
Insatisfacción vital.