Felipe Benítez Reyes dedica su atención a un atraco perpetrado en una tienda de golosinas por dos tipos vestidos de negro, con pasamontañas, pistola y escopeta: “Creo, no sé, ojalá me equivoque, que estos dos delincuentes están enfermos de cinematografía, porque nadie pone tanto esmero en el atraco a una tienda de chicles y gusanitos si no anda contaminado por los aires de grandeza delictiva que soplan en cierto cine moderno. Y ese esmero debería servir como atenuante en el juicio, supongo, porque me temo que estamos ante dos víctimas de las fantasiosas fantasías gansteriles.” Un atraco dulzón.