Ese afán de posesión, que yo también padezco (y disfruto), se ha ido volviendo más fácil desde que el arte empezó a reproducirse en masa. Walter Benjamin no contaba con los efectos del marketing extremo. El aura de la obra única vuelve a sobrecogernos, pero ahora es Marca Registrada.
Rodrigo Fresán: “Los avances tecnológicos a la hora del consumo doméstico de arte se apoyan básicamente sobre ese sólido espejismo que es la nostalgia. Lo que se nos ofrece es algo que ya experimentamos, pero mejor y, sí, más largo y sometido a la voluntad de nuestros controles remotísimos. Así, de algún modo, ya no es la obra de arte las que nos posee a nosotros sino somos nosotros los que mentira nos creemos sus dueños.”
La Vida Bonus.