Miguel Santa Olalla Tovar,
La contracultura: “Pues sí y no. Sin pararme ahora en la discusión sobre si los grafitis pueden o no considerarse arte, creo que al destinar oficialmente varios metros de pared encalada para que los grafiteros hagan de las suyas se le está quitando parte de su significado. El grafiti se “neutraliza” por su oficialización, y pierde el poder crítico que, según defienden sus propios autores, podía llegar a tener. Domesticar la protesta, organizarla y articularla, es una forma de controlarla.”