Es importante seguir con atención lo que está pasando en Italia porque es alarmantemente parecido a lo que está/estará pasando aquí. Si se duda esto, basta con leer unas palabras de
Antonio Tabucchi: “Parece haberse convertido en método cotidiano de la política. Desmentir al día siguiente cuanto se ha declarado el día anterior, de manera que ya no pueda comprenderse si la mentira era la declaración o el propio desmentido; comisiones parlamentarias que incriminan durante meses enteros a personajes políticos para acabar esfumándose en nada; programas estruendosos que se pierden por el camino; decisiones repentinas que nadie se esperaba porque no aparecían en los programas electorales. Fiebres altísimas que bajan hasta bajo cero, haciendo que se hielen los cuerpos de los italianos; y lo contrario. Una locura en la que se incluye el asunto de la gracia para Adriano Sofri. A estas alturas, no hace falta ser Shakespeare para comprender que hay método en esta locura. Aquí se trata de un auténtico método de gobierno, de una táctica para agotar completamente a los ciudadanos, emborrachándolos, drogándolos, volviéndolos inocuos, silenciosos, atónitos. Todo y lo contrario de todo: la mejor manera para desestabilizar la nación.”
Que vuelva a abrirse esa puerta.