Ahora que en todas partes se va viendo que la información sobre Irak que se dio al público para justificar la invasión era falsa. Eso no quiere decir que no hubiera que quitar a Saddam del medio, no nos confundamos. A mí lo que me preocupa es la baja calidad de nuestras democracias. Si se va a la guerra por el camino de la mentira significa que los gobernantes no confían en los ciudadanos: significa que esos gobernantes no son demócratas.
Alberto Piris: “No habiendo contribuido a manipular los informes que indujeron a la invasión, y habiendo seguido dócilmente en todo momento los designios de Washington, creen que de nada tienen que arrepentirse. Pero, al menos, el pueblo español debería recibir excusas por aquella intervención presidencial en el Congreso en la que Aznar nos pidió que tuviéramos fe ciega en todo lo que él sabía y nosotros ignorábamos. Bien es verdad que si un ciego guía a otro ciego, el guiado nada positivo aporta a la combinación, y lo único que puede hacer es darse la misma bofetada que el guía. Tonto, además de ignorante. Más aún si el guía, en vez de ciego, resulta ser un tramposo, como ha ocurrido ahora.”
La hora de la verdad.