En España nos preguntamos qué es eso del federalismo, quizá porque todavía tememos a la decentralización del Estado. Entonces, cada vez que alguien habla de federalismo o de llevar el Estado de las Autonomías a sus consecuencias lógicas y legales, siempre hay quien se echa las manos al cráneo y grita ¡Traición! En México, país en transición del régimen priísta a la democracia, se preguntan cómo hacerse con un gobierno más eficiente.
Alfonso Navarro: “Se ha planteado, en uno de los puntos esenciales, eliminar muchas delegaciones federales en los estados, excepto las relacionadas con la seguridad nacional bajo la responsabilidad de las secretarías de Defensa Nacional, de Marina, de Relaciones Exteriores y de la PGR. En tiempos idos, el centralismo apabullante del presidencialismo mexicano diseminó por todo el país las delegaciones federales de Agricultura, del Agua, de Pesca, de Ganadería, de Hacienda, etcétera. Cualquier mente sensata advierte que se dio un fenómeno indeseable: duplicidad de funciones y de costos que llevaban en sí el germen del dispendio y de las rencillas políticas. Por poner un ejemplo, cada estado contaba con la presencia
digámoslo suavemente así de un delegado federal de Agricultura y de un secretario estatal de Agricultura. ¿Cuál de los dos constituía la instancia máxima del ramo en el estado? Y aun suponiendo una estrecha colaboración entre ambos, ¿no salía sobrando uno de los dos con todo y su séquito de infraestructura humana, financiera y técnica?”
Hacia un federalismo real.