Espeluzna la noticia de este fin de semana referente al ejército argentino y las clases de tortura a sus soldados. El pánico es pensar en cuantos ejércitos pasará lo mismo y no sabemos nada.
Yo te torturo, tu me torturas, nosotros nos torturamos, de
Marcos Winocur: “En los años de la dictadura inaugurada con el golpe de 1976, se torturaba, ha quedado fehacientemente probado. Claro, para obtener información. Caída la dictadura, en los años ochenta y noventa ¡continuó ejerciéndose la tortura en el ejército! Un cuerpo de élite en la provincia de Córdoba, bajo los gobiernos civiles de Alfonsín y Menem, sostuvo que era la manera de templar el ánimo de los soldados. ¿Qué les parece? No existe información a obtener, nos mueve un motivo moral: templar el ánimo de los soldados. Hay fotos, el hecho ha sido reconocido. En una palabra, se dijeron los torturadores, no se puede por el momento continuar aplicando la picana a los civiles, pues ¡que sea entre nosotros mismos! No es cuestión de perder la mano y que nuestros soldados se nos aflojen.”
2004-01-20 22:20 Creo que las torturas en el ejército no son sino la exacerbación del sentido que siempre ha tenido la formación militar, especialmente la de aquellos tiempos en los que aquí, en la Argentina, el servicio militar era obligatorio: privar de iniciativa propia, ahuyentar de la mente la necesidad de abrirse con preguntas y no cerrarse con respuestas, provocar deseos de oprimir al otro cuando se lo tenga en una situación de debilidad similar, en fin, lo que todos conocemos como “lavado de cerebro”, que no por ser una simplificación deja de ser una descripción certera.