Estados Unidos ha estado en alerta naranja la última semana de 2003 y los primeros días de este año. Se cancelaron vuelos de París y Londres a Los Angeles y Washington. Se incrementó la vigilancia en las fronteras y los puertos de entrada: a todas las personas que necesitan un visado para entrar en EEUU se les ha hecho una foto y se les han tomado las huellas. La paranoia se extendió a los aeropuertos de México, donde ha habido largos retrasos debidos a las revisiones y otras medidas de seguridad, incluso importando policías estadounidenses. Las quejas no se han hecho esperar.
La Jornada publicó ayer dos editoriales de queja sobre esta situación.
Enrique Calderón: “Mientras las medidas antiterroristas estadunidenses fueron aplicadas en esa nación, nos parecían nuevas versiones de “viene el lobo”; algunas afectaron la economía del nuestro y, por tanto, la de nuestras familias, pero de ahí a imponernos un programa de seguridad, supervisado por sus agentes, hay una diferencia abismal. El beneplácito y la autorización del gobierno de la República a dichas acciones resulta aberrante e inaceptable, pues viola la Constitución en el delicado aspecto de la soberanía nacional.”
Los maestros del terror. Y también
Revisión de pasajeros y equipaje, de
Miguel Concha.